El Liverpool llega a esta fase de liga con el peso y la responsabilidad que implica ser el actual campeón de Inglaterra, lo que incrementa la exigencia de mejorar lo realizado en la edición pasada de la Champions League. En aquella ocasión, los Reds quedaron eliminados en octavos de final a manos del PSG, a pesar de haber hecho historia al liderar la primera fase de liga de la competición europea, un logro que reafirma su capacidad para competir al máximo nivel. Ahora, con la cuarta plantilla más valiosa del torneo, el club afronta el reto de consolidar su jerarquía en el continente, buscando que el poderío económico y la calidad individual de su plantel se traduzcan en resultados que estén a la altura de las expectativas y de su estatus como uno de los gigantes del fútbol europeo.
El Atlético de Madrid afronta esta nueva edición de la Champions con el objetivo de reivindicarse tras una temporada pasada marcada por la frustración, en la que un irregular tramo final lo alejó de la pelea por el título liguero y, además, lo dejó fuera del torneo continental tras una polémica tanda de penales frente al Real Madrid. Este doble golpe alimenta el deseo de los Colchoneros de mejorar su rendimiento y dar un salto de calidad en la presente campaña, conscientes de que, pese a su constancia como habitual participante en la máxima competición europea, aún no han podido conquistar el trofeo más codiciado. Con esa deuda pendiente y el hambre competitivo que caracteriza al club, el Atlético se planta en este torneo con la firme intención de romper su maldición y buscar por primera vez la gloria en la Champions League.
